Psicología de la vida cotidiana: microrracismos
En un nuevo artículo de su serie “Psicología de la vida cotidiana”, el psicólogo Sergio García Soriano analiza los microrracismos.
Los microrracismos son comportamientos sutiles que manifiestan discriminación por motivos étnicos. Se suelen dar en personas que a pesar de manifestarse contrarios al racismo, de manera automática les parecen expresiones donde mantienen un tipo de racismo de manera poco intensa.
Esto es un reducto en nuestra manera de pensar donde estaría interiorizado un tipo de supremacismo donde un origen étnico es mejor que otros y expresarían un prejuicio no asumido por la persona.
Veamos algunos ejemplos de microrracismos
1) Ir en el metro o en el bus y cambiarse de asiento por el color de piel de la persona que acaba de ocupar el asiento libre junto al nuestro. De la misma manera, aparece una persona de etnia gitana o negra y automáticamente tocamos nuestro bolso o cartera comprobando que nuestras pertenencias están a salvo.
2) Al dar un servicio, pensar que una persona de otro origen étnico al predominante, no puede pagar el servicio.
3) Pensar “trabajo como un negro para vivir como un blanco”.
4) Preguntar varias veces a los estudiantes negros siendo el profesor, si han entendido la clase.
5) Decir voy a un “chino” en vez de decir voy a un bazar. Ya que tomamos el origen étnico como lo manifiesto frente al lugar donde podemos comprar.
6) Decir me han engañado como a un chino. Asumiendo que un chino es sinónimo de tonto.
7) Afirmar “no soy racista tengo varios amigos negros”.
8) Asumir que una persona es extranjera solo por su aspecto físico. Muchos nietos de inmigrantes tienen que responder frecuentemente a: “pero ¿de dónde eres? o ¿de dónde vienes realmente?
Sin darnos cuenta desde la infancia estamos viendo películas infantiles y guiones juveniles donde se asocia lo bueno con lo claro y lo malo con lo oscuro (ejemplo El rey León).
Los de piel morena o tez oscura suelen ser los malos o los sospechosos y además tienen una diferencia en el acento (les tomamos como extranjeros).
De tal manera que asumimos ciertos códigos “microrracistas” también en nuestra vida que aunque la educación nos intente ilustrar o corregir, pueden ser muy perseverantes y de difícil modificación, ya que nos han dado un sentimiento de pertenencia frente al otro.