Psicología de la vida cotidiana: micromachismos
Sergio García Soriano elije los micromachismos para presentarnos un nuevo capítulo de su serie de contenidos para EFEsalud sobre “Psicología de la vida cotidiana”.
Todos nosotros para pensar utilizamos “atajos mentales”, sesgos. La ciencia pretende ser imparcial pero se reduce al campo científico y avanza vía “errores”.
Cuando opinamos o en la vida cotidiana, no solemos utilizar los conceptos científicos, utilizamos la ideología, un conjunto de creencias sobre cómo debería ser el mundo o cómo creemos que es.
Los micromachismos están relacionados con maneras estereotipadas de relacionarnos con las mujeres. Son una manera sutil de mostrar actitudes y comportamientos “sexistas”.
Micromachismos, algunos ejemplos
- Tendemos a ser más afectivos con las niñas que con los niños y a utilizar un lenguaje más sentimental con ellas que con ellos. Está más tolerado el llanto de una niña que el de un niño.
- A los padres cuando ejercen su rol se les denomina “padrazos” porque se supone que están haciendo un esfuerzo extra con los cuidados del bebé. Sin embargo, con las madres suponemos que es su responsabilidad la crianza de los hijos.
- Si una pareja heterosexual va a un restaurante y pide vino, existe más probabilidad que sea a él a quien se dirija el camarero/a para la selección y la primera cata o degustación. También la cuenta y el pago se suele dar por hecho que será él quien se hará cargo.
- En una acera, si van caminando un hombre y una mujer, es más probable que ellos suelan ocupar el espacio más del centro y ellas más cercanas a la pared. Se trata de un reducto de la protección.
- Con la misma edad, hijos e hijas adolescentes tienen diferentes normas con los mismos padres. En ellos, se supone una mayor fuerza y autonomía personal. En ellas, se cuida su honra sexual y se tiene miedo por ellas, porque sean engañadas o violadas.
- Ellas cuando tienen descendencia se plantean dejar de trabajar o combinar ambas facetas. Ellos no suelen plantearse dejar de trabajar.
No es fácil erradicar por completo los micromachismos o extirparlos. Sin embargo, podemos reconocerlos para poder no dejarnos guiar por ellos.
Cuando sabemos que se pueden dar en cada uno de nosotros, podemos conseguir no padecerlos de manera automática y, por lo tanto, reconducir nuestra manera de ver la vida cotidiana en este sentido.